Una nube succiona a un parapentista chino hasta casi la altura del Everest
Quería volar alto, pero no tanto. El pasado sábado 24 de mayo, el parapentista aficionado chino Peng Yujiang vivió la experiencia límite de su vida cuando una ráfaga violenta dentro de una nube lo catapultó desde los alrededores de los 3.000 metros de altitud hasta casi los 8.600 metros.
Lo que comenzó como una jornada más de vuelo recreativo en las montañas de Qilian —frontera natural entre las provincias de Qinghai y Gansu— terminó convirtiéndose en un caso de supervivencia y, al mismo tiempo, en objeto de una investigación administrativa.
Peng, de 28 años y con más de cuatro de experiencia en parapente, despegó a media mañana desde una zona autorizada a 3.040 m sobre el nivel del mar.
A los pocos minutos de vuelo, un fallo en la vela y en las líneas de control le hizo perder la capacidad de maniobra.
Fue entonces cuando una corriente ascendente asociada a una nube cumulonimbus lo absorbió violentamente, impulsándolo más de 5.500 m en apenas unos minutos —hasta los 8.598 m, según los datos de su altímetro—.
A esa altura, la temperatura desciende hasta los –40 °C y la presión atmosférica proporciona menos del 35 % del oxígeno disponible a nivel del mar.
Peng logró salir de la nube con ciertas facultades motoras aun congeladas: “Tenía los guantes mal ajustados, las manos entumecidas, pero conseguí girar la radio y activar el sistema de grabación”, relató posteriormente.
El vídeo que él mismo registró muestra su rostro cubierto de escarcha y el paisaje blanco inabarcable, mientras su cuerpo lucha contra el frío y la hipoxia.
A pesar del vértigo y los síntomas de falta de oxígeno —mareos, visión borrosa y dificultad para pensar con claridad—, el parapentista mantuvo el temple.
Según declaró, algo muy breve en su mente le decía “gira ahora” justo en el momento en que salía de la nube.
Esa maniobra le permitió reconducir la vela en picado y descender de forma controlada hasta aterrizar en un claro a unos 3.300 metros de altitud, donde ya lo esperaba un equipo de rescate alertado por la señal de su GPS portátil.
“Si hubiese perdido el conocimiento dentro de la nube, no estaría contando esta historia”, reconoció Peng. En tierra firme le atendieron por señales leves de congelación en manos y mejillas, pero sin riesgo vital.
Pese a que Peng contaba con la licencia vigente para volar en parapente, las autoridades de aviación deportiva de Gansu han abierto un expediente para determinar si infringió la normativa al volar sin presentar el plan de vuelo obligatorio ni solicitar autorización de espacio aéreo —requisitos imprescindibles para garantizar la seguridad de terceras personas y del propio piloto.
Por ello, la Asociación Provincial de Deportes Aéreos de Gansu ha impuesto una suspensión de seis meses tanto a Peng como al colega que difundió el vídeo sin permiso.
Fuentes oficiales han subrayado que, al tratarse de un incidente no autorizado y no intencional, esta altitud no será validada como récord mundial por los organismos internacionales, pese a que los parámetros registrados superarían el techo conocido en vuelos de parapente sin oxígeno.
El vídeo de Peng se ha viralizado en redes sociales chinas, desatando un acalorado debate sobre la regulación de los deportes de aventura.
Algunos reprochan la falta de controles y entrenamientos obligatorios para situaciones de riesgo; otros elogian la sangre fría y resistencia mental del piloto, que documentó minuto a minuto su propio rescate.
La autoridad china en aeronáutica ha anunciado que, además de las sanciones deportivas, revisará la normativa para reforzar la obligatoriedad de presentación de planes de vuelo en zonas montañosas y la adopción de sistemas de emergencia.
